La capital del país cumple hoy 482 años y a pesar de esta situación que no nos ha permitido apreciarla en toda su inmensidad vale la pena reconocer que esta ciudad pionera con su ciclovía dominical, extensa en su red de ciclorrutas y sorprendente, porque a donde vayas siempre encontrarás a un ciclista, merece un homenaje.
Múltiples medios citan a Bogotá como una de las ciudades más amigables para la bici, aunque quienes se mueven a diario incluso quienes llegan a visitarla desde referentes como Amsterdam o Copenhague reconocen que rodar aquí es todo un desafío: conductores agresivos, buses contaminantes, infraestructura deficiente e inseguridad, a pesar de esto es extraordinario cómo el número de ciclistas crece en una sociedad donde el vehículo particular es visto como un objeto con derechos.
En la bicicleta hay espacio para todos, desde ese legendario obrero que sale desde la Autopista Sur y por la NQS llega hasta la calle 100, también el estudiante que desde Fontibón asciende la calle 13 hasta el Eje Ambiental o el ejecutivo que dejó el auto en casa para llegar #AlTrabajoEnBici por la ciclorruta de la Av. carrera 19, el ciclista urbano en Bogotá es aquel que siempre lleva el impermeable porque sabe que aquí sorprende la lluvia, que no lo detiene la falta de una ciclorruta y que no espera a que sea domingo para dar una vuelta como si hubiera ciclovía.
A Bogotá no la hace bici-amigable un gobierno, ni su infraestructura (deteriorada e incompleta pero útil), ni su seguridad (por el contrario, el robo de bicicletas a aumentado 29% en lo que va corrido de 2020); Bogotá es bici-amigable por su gente: por ese incansable que recorre de punta a punta la ciudad, por ese que le ha perdido el miedo a la noche o quien sin importar la falta de ciclorrutas ha creado sus propias conexiones, por todas las iniciativas y colectivos que motivan a tantas personas, por todos esos negocios que han incluido a la bicicleta, por esas empresas que reciben con ánimo y no con vergüenza a sus empleados cuando llegan en bicicleta y por quienes en cada rodada reducen su huella de carbono.
Esta entrada es un homenaje a esos ciudadanos que construyen una Bogotá amigable con la bici, en una ciudad que a pesar de todos los problemas sigue rodando.